Crónica de la vista a la Mérida visigoda

Mérida visigoda fue un viaje organizado por Urbs Regia que, como ya sabemos, está abriendo una ruta cultural con extensión europea sobre los godos que incluye la Antigüedad tardía o final del imperio romano y la baja Edad Media con las migraciones y asentamiento de los pueblos bárbaros indoeuropeos.

De capital romana, Mérida pasó a capital del reino suevo en el siglo V para convertirse en la Urbs Regia del reino visigodo antes de su traslado a Toledo. Época arqueológicamente oscurecida por la monumentalidad de los restos romanos que son los que habitualmente se recuperan, es necesario explorar poblaciones apenas conocidas del entorno de Mérida para vislumbrar esta larga época de la historia; época de la que queda documentación escrita, cuyo estudio está iluminando unos restos cada vez más abundantes.

La excursión comenzó el viernes 8 de abril en Santa María del Trampal, Alcuéscar, Cáceres. Es un enclave recoleto de especial belleza natural, resto hoy de un antiguo bosque celtíbero, lugar sagrado romano y luego monasterio cristiano hoy desaparecido, cuya iglesia permaneció en la memoria colectiva permitiendo su rescate en una casa de labor.

 Excavada, consolidada y parcialmente restaurada para su conservación, de gran presencia monumental pesar de sus dimensiones, se levanta en un entorno natural donde se puede ver las épocas de la historia. Es realmente uno de los paraísos olvidados que rescata en su blog Víctor Gibello, socio de Hispania Nostra, arqueólogo, planificador y guía de la excursión junto con la también socia Pilar Tormo de Urbs Regia.

Al día siguiente, visitamos la colección visigoda del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, una de las más relevantes en Europa que nos explicó el doctor Isaac Sastre, arqueólogo, que consiguió que las piedras y estelas hablasen. Acompañados por Javier Jiménez Ávila, director del Consorcio Ciudad Monumental de Mérida, pasamos al templo de Diana y luego a la Domus eclessiae, los restos de una casa tardoantigua excavados bajo un edificio urbano, que alberga un recinto de reuniones cristiano, la iglesia más antigua del occidente.

Continuamos en la Basílica de Santa Eulalia con su cripta y restos arqueológicos visitables bajo la iglesia actual y el Xenodoquio, un albergue de peregrinos del siglo VI. Para seguir por la Alcazaba y puente, de época islámica, coronado por la antigua residencia de los  que gobernaron dese Mérida, hoy sede del gobierno de la Junta extremeña. El día se cerró con una visita al anfiteatro, teatro y museo romanos.

El domingo nos trasladamos a Burguillos del Cerro, otro de los paraísos olvidados de Gibello, donde recibimos un libro suyo de manos del alcalde en un antiguo convento, hoy alcaldía. Subimos hasta la iglesia de Santa María de la Encina, al pie del cerro donde se levanta un imponente castillo. Atravesando el pueblo y subiendo por miradores acabamos en la iglesia de San Juan Bautista. Espacio de culto visigodo, fue transformado en época islámica en zawiya o lugar de peregrinación y entierro de un venerable; cedido a la orden del Temple y reconvertido en iglesia, alberga el sepulcro renacentista de Alonso Fernández, señor de Burguillos. En ruinas, excavado, consolidado y visitable, con un mirador con vistas extraordinarias, fue un sorprendente y bello remate de la excursión.

                P.C.C.