LISTA ROJA. Dos monumentos de Castilla-La Mancha pasan a la Lista Roja y uno, a la Verde

En la finca El Paso de Caudete (Albacete) se ha llevado a cabo una notable rehabilitación

Madrid, 10 de enero de 2023- El fastuoso interior neoárabe de la finca El Paso, en Caudete (Albacete), ha recuperado su esplendor pasado, después de que sus nuevos propietarios adquirieran el edificio y pusieran en marcha su proceso de restauración. La villa entró en la Lista Roja de Hispania Nostra en julio de 2021 y acaba de pasar a la Lista Verde (https://listaroja.hispanianostra.org/ficha/finca-el-paso-2/).

Por otro lado, dos monumentos más de Castilla-La Mancha han sido incluidos en la Lista Roja por su estado de abandono: se trata del convento de los franciscanos de Tamajón (Guadalajara) y de las ferrerías de San José del Mazo, en Los Navalucillos (Toledo).

Ambos monumentos se encuentran en un pésimo estado de conservación por lo que muchos elementos se han perdido. Por estos motivos, acaban de ser incluidos en la Lista Roja que elabora la asociación Hispania Nostra (https://listaroja.hispanianostra.org/) y que recoge más de 1.100 monumentos españoles que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores.

La finca El paso tiene su origen en el Conde de San Carlos, Francisco Albalat Navajas, quien construyó a principios del siglo XX en Caudete un notable conjunto arquitectónico del que forman parte el barrio y la iglesia de San Francisco, así como la plaza de toros y la finca El Paso. Sin embargo, en 1916 fallece y sus proyectos en la ciudad se interrumpen, condenando a esta finca, lentamente, al estado de abandono y ruina.

El interior de la villa es el espacio más fastuoso de toda la finca. Dentro de la misma podemos ver un bellísimo ejemplo de arquitectura ecléctica con especial fijación en la arquitectura neoárabe de gran influencia alhambreña, muy de moda en la época. Presenta una planta que se desarrolla en torno a un patio central con columnas, formando una galería a su alrededor. Este espacio se ilumina a través de una vidriera que representa el cuadro de «La rendición de Granada» de Francisco Pradilla.

Entre las estancias encontramos gabinetes, alcobas, comedor, baño, fumador, despacho, cocina, despensa y bodega. Consta de tres plantas: planta baja, primer piso y desván, distribuidas alrededor del patio interior, del que arranca la escalera principal. Todos los espacios poseen este regusto neoárabe, tanto por la introducción de arcos de herradura como por los zócalos de azulejos, a lo que se suma un cierto neogótico presente en la introducción de vidrieras. Asimismo, al ser Francisco Albalat un carlista declarado, el lema ‘Dios, Patria y Rey’ aparece recogido en varias de estas vidrieras.

Estado de la capilla antes de las reformas

Por otro lado, cuando los franciscanos fueron obligados a abandonar el convento de la Concepción de la Madre de Dios de Tamajón (Guadalajara) tras la Desamortización de Mendizábal (1835), comenzó la ruina de este cenobio. Fue utilizado como corral, almacén o trastero e incluso se empleó la piedra del edificio para la construcción de nuevas casas en el pueblo. Las cubiertas se perdieron en su mayoría hace tiempo y las paredes de todo el conjunto están surcadas de grandes grietas. En la actualidad está en ruinas, quedan algunos arranques de los arcos de la iglesia y el claustro, así como las bases de las pilastras del mismo, cubiertas por la vegetación. Pasó por varias manos y a partir de 1920 figura como solar.

Su historia comienza de la mano de María de Mendoza de la Cerda, quien dejó escrito en su testamento que se entregara a los franciscanos el terreno para levantar la nueva casa y una cantidad de 12.000 ducados para las obras. En 1592 el arzobispo de Toledo otorgó la licencia y se iniciaron las obras. Hasta Tamajón llegaron veinticuatro frailes que ocuparían, inicialmente, unas casas particulares. A principios del siglo XVII ya podrían instalarse en el convento. Ya en el siglo XIX, en 1812, el convento se convertiría en cabeza de la comarca al haber sido destruido, por causa de la Guerra de Independencia, el convento de Cogolludo, antiguo rector de la zona. En cualquier caso, esta situación sólo duraría hasta 1835 cuando el convento de Tamajón fue exclaustrado tras la aplicación de los decretos de Mendizábal. Desde ese mismo año el edificio quedaría abandonado y su comunidad se marcharía del municipio. Se realizó un inventario de todo lo que allí había.

El convento salió a subasta dos veces; una en 1844 por 55.00 reales, quedando desierta, y otra en 1863 por 10.000 reales, cuando fue comprado por Francisco Gamo y Gamo, siendo esta última adquisición anulada. La venta definitiva se realizó al marqués de Selva Alegre, descendiente de los Montúfar con casa en Tamajón.

El convento de Tamajón no goza de ninguna protección legal. Contaba con una planta rectangular articulada alrededor de un claustro y un patio interior, con habitaciones para los monjes, una biblioteca, una iglesia con cinco altares y numerosas imágenes de santos.

Las ferrerías de San José del Mazo tampoco cuentan con ninguna protección oficial y se encuentran completamente arruinadas. En 1844, Don José Safont, rico hacendado catalán y especulador que había hecho su fortuna adquiriendo bienes desamortizados, compró un molino en las orillas del Pusa y construyó todo un complejo metalúrgico movido por energía hidráulica. Se abastecía de una presa sobre el río, y para su funcionamiento fue necesario construir un canal de gran longitud con acueductos para salvar arroyos y perforaciones costosas en el terreno pizarroso de las orillas. Se conservan también restos de naves, hornos, viviendas de administración y operarios, etc. Lo construyó el ingeniero francés Elías Michelín, enterrado en los Navalucillos. Esta industria llegó a emplear a trescientos hombres, y supuso un gran impulso demográfico para la población de los Navalucillos, ya que mantuvo su actividad fabril hasta principios del siglo XX.

Según el «Diccionario geográfico, estadístico, histórico de España y sus posesiones de ultramar» de Pascual Madoz (Tomo XII, Madrid, 1849), «la fábrica de fundición de hierro […] llamada de San José se halla a 4 leguas al sur en el sitio llamado el Mazo, junto al río Pusa, y consiste en un gran edificio para colocar los martinetes; 2 grandes almacenes para comestibles y guarda de los útiles de trabajo, 4 extensas cuadras para el inmenso número de caballerías que allí se ocupan, varias pequeñas casas para vivienda de los empleados, capellán y médico residentes en la misma; un alto horno en trabajo, y otro a medio edificar, formando todo un pequeño pueblo. […] Los grandes fuelles de la fábrica y de las fraguas donde se funden los útiles para los diferentes trabajos, reciben su continuo movimiento por medio de varios cilindros impulsados por una gran rueda movida por el agua del indicado río Pusa. Para ello se ha sangrado dicho río por medio de un canal de bastante solidez y capacidad, de 1/2 leguas de longitud, habiendo tenido que salvar los muchos barrancos que se encuentran en el tránsito por medio de puentes, algunos de ellos de mucha elevación, y hallándose también varios trozos de dicho canal por bajo o en el centro de algunos cerros en los que se han hecho galerías muy costosas. En las inmediaciones de la fábrica, existen varios hornos de cal y carbón para el abasto de la misma, ocupándose en estos como en los demás trabajos más de trescientos hombres y muchachos, y otras tantas caballerías».