TEMA
El despoblamiento rural se ha convertido en un fenómeno de sociedad, del que solo hemos cobrado conciencia al hilo del proceso de mutación social que vivimos desde los comienzos de este siglo. Esa toma de conciencia ha sido progresiva y se ha producido desde perspectivas muy diferentes. La emigración rural ha tenido siempre como objeto alcanzar e integrarse en un cada vez más masificado medio urbano.
Unas veces, porque la población rural buscaba en lo urbano su propia supervivencia y, otras, porque lo urbano ofrecía mejores condiciones de vida, de educación y de promoción social. Ello creó un desequilibrio social y económico progresivo entre lo urbano y lo rural. Fue desapareciendo, además, algo tan propio al mundo rural como el apego a la tierra y al paisaje, la vinculación a usos, tradiciones y elementos patrimoniales, quizá modestos, pero cuya preservación figura ya en Convenios y Tratados internacionales. Y se difuminaba la noción de que lo rural es, ante todo, una cultura, una forma de vida que se hace necesario salvaguardar. La crisis del COVID-19 ha hecho que muchos urbanos vuelvan sus ojos, con una mirada diferente hacia el medio rural y hacia los valores patrimoniales –susceptibles de generar riqueza– que entrañan su territorio y sus saberes.
Algunos textos internacionales, como el Convenio Europeo del Paisaje –elaborado por el Consejo de Europa, que ya tiene vigor en la mayor parte de nuestro Continente– el Programa Patrimonio y Territorio, que la Fundación Botín lleva a cabo en el Valle del Nansa / Peñarrubia o en Valderredible; los Programas Cinque Terre o Ruritage, programa financiado por la Unión Europea, constituyen propuestas para potenciar esos valores e invertir la tendencia al despoblamiento rural, que aparecen ya como intolerables a los ojos de las nuevas generaciones.
La finalidad de este curso es analizar y debatir con expertos nacionales e internacionales, junto a sus propios habitantes, la revitalización del mundo rural en el ámbito europeo, adaptándolo a los progresos de la vida actual. Cómo hacerlo a partir de los propios recursos del territorio, tanto de orden natural como cultural, sin olvidar, además, que de la explotación de esos recursos vivimos y comemos todos, aunque ignoremos, tantas veces –más allá de los medios y sectores especializados– los saberes acumulados que, pegados a la tierra, lo han hecho posible.
El programa en el Valle del Nansa y Peñarrubia, por ejemplo, comenzó con un análisis territorial exhaustivo, antes de emprender acciones de promoción social, económica y cultural que ya invierten la tendencia al despoblamiento. Todo ello basado en la transversalidad de las acciones y la interacción de lo público y lo privado. Camino que se sigue en el incipiente programa de Valderredible.
Sobre la base de acciones que han tenido éxito: el desarrollo sostenible del Valle del Nansa – especialmente la ganadería tradicional – a través de sus propios recursos naturales, paisajísticos, económicos y culturales; o el propio Valle de Añana, en Álava, que revivió a partir de su secular producción salinera, los diferentes ponentes, expertos de diferentes países debatirán estos modelos y nos mostrarán otros. Sus conclusiones servirán para elaborar los mensajes clave que articulen una segunda sesión de capacitación profesional, que celebraremos en la primavera de 2021.
FECHA
Del 20 al 22 de julio de 2020
DIRECCIÓN
José María Ballester, Director del Programa de Desarrollo Rural, Patrimonio y Territorio, Fundación Botín. Funcionario Internacional, periodista y crítico de arte. Miembro de la Junta Directiva de Hispania Nostra.
ENLACES DE INTERÉS
Curso online: Aula virtual UIMP