LISTA ROJA. Dos monumentos andaluces entran en la Lista Roja de Hispania Nostra

Una torre en Jaén y una casona en Málaga se encuentran abandonados y en mal estado

Madrid, 23 de febrero de 2024- Se encuentran en un mal estado de conservación y han perdido multitud de elementos originales. Es lo que tienen en común los dos monumentos andaluces que acaban de ser incluidos en la Lista Roja que elabora la asociación Hispania Nostra (https://listaroja.hispanianostra.org/) y que recoge más de 1.300 monumentos españoles que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores.

Son los siguientes:

Torre de la Dehesilla o del Sol (Bélmez de la Moraleda, Jaén)

Esta torre se encuentra ubicada en el extremo sur del cerro Gordo, que forma parte de la sierra Carboneras, a 960 metros de altitud. Está al sureste del castillo del municipio jienense de Bélmez de la Moraleda, a unos 1525 metros en línea recta. Pese a situarse al este de la torre del Lucero, no tiene visuales directas con ella.

La planta de la torre es cilíndrica o troncocónica, más ancha en la base que en su parte superior. Está construida en mampostería, tenía la entrada a una altura respecto al nivel del suelo y estaría cubierta por una bóveda semiesférica. Dos series de mechinales a distintas alturas revelan que albergó dos pisos de madera. Tan sólo se conservan unos dos metros de alzado, habiendo perdido todo el cuerpo superior.

Pese a tratarse de un BIC, su estado de conservación es muy malo, se encuentra muy derruida por el paso del tiempo. Ha perdido todo el cuerpo superior y gran parte de la sillería del cuerpo inferior en torno al acceso.

Su fecha de construcción es incierta ya que en la prospección arqueológica superficial no se encontraron fragmentos cerámicos asociados. Se supone que debió construirse en la segunda mitad del siglo XIII, antes de que la tipología de estas torres cambiara y comenzaran a construirse con el cuerpo bajo macizo. Formó parte del complejo entramado de atalayas que necesitó el castillo de Bélmez para subsanar su situación de escaso control visual sobre el paso del valle del Jandulilla. En la segunda mitad del siglo XVI la torre estaba parcialmente arruinada por falta de uso.

Casa del doctor Cristóbal Jiménez Encina (Monda, Málaga)

Casa del siglo XVIII en la que vivió el doctor y poeta Cristóbal Jiménez Encina, médico otorrinolaringólogo nacido en Monda el 4 de marzo de 1866. En su infancia no asistió al colegio, por lo que fueron sus hermanos mayores quienes ejercieron de profesores, ya que él era el noveno hijo del matrimonio formado por Mateo Jiménez y Rafaela Encina. Estudió su bachillerato en Málaga y la carrera de Medicina en Valladolid y Madrid. Al finalizarla, fue ayudante del doctor Ureña, otorrinolaringólogo, durante dieciocho años. Posteriormente fue jefe del servicio de otorrinolaringología del Instituto Rubio mientras contó con consultas médicas en Madrid entre 1899 y 1917.

Tuvo como pacientes a personajes insignes de la época, como al rey Alfonso XIII; a su amigo Alejandro Lerroux, político republicano; a la Niña de los Peines, cantaora flamenca; al cantante Pepe Blanco o al poeta Antonio Machado. A lo largo de su trayectoria profesional publicó numerosos trabajos médicos sobre otorrinolaringología y la tuberculosis; presentó congresos y tuvo consulta en el primer dispensario antituberculoso de España. A su vez, escribió poemas como Refugio o Soneto donde habla sobre los paisajes y costumbres de Málaga.

En el año 1922, el pueblo de Monda le rindió homenaje al colocar una placa en la fachada de la casa donde nació, cambiando el nombre de su calle para poner el del doctor, instalando un busto de bronce y, también, nombrándolo hijo predilecto por dar asistencia médica a sus vecinos de forma gratuita cada vez que iba a Monda. Murió a los 90 años el 8 de marzo de 1956 en Madrid. La casa también es conocida en el municipio como «el cuartel», ya que durante un tiempo se usó como cuartel de la Guardia Civil, hasta que años después se empleó como pub y, al cerrarse este último establecimiento, quedó abandonada.

Es una casa característica de familia acomodada del siglo XVIII, compuesta por planta baja, planta principal y ático. La planta baja se ha modificado a lo largo de los años, habiéndose abierto puertas para albergar el último negocio. El ático, de menor altura, tiene cuatro vanos rectangulares con rejas y la cubierta es a dos aguas.

El inmueble tiene dos fachadas con dos balcones de forja a la altura de la planta principal, que están decorados con barras de sección cuadrada, dados a mitad de las barras y motivos en S y espiral. Los balcones cuentan con dos arbotantes de semicírculo, una meseta con acabado de cerámica y la estructura que los sustenta es también de hierro forjado con tornapuntas. En la fachada principal destaca una decoración pictórica a su lado izquierdo, que fue tapada con revoco pero donde aún se puede distinguir dentro de un óvalo dibujado la figura de una persona en posición de rezo, de rodillas. En el lado derecho de la fachada se distingue también un óvalo, pero no es posible identificar el resto de la pintura.

Un árbol situado frente al lado derecho de la fachada principal oculta la placa honorífica al doctor Jiménez Encina, de cerámica y procedente del taller J. Ruiz de Luna, en Talavera de la Reina. El nombre del taller se observa en la parte inferior derecha de la placa, junto a la firma de don Cristóbal. En los laterales destaca el dibujo de dos pilastras acanaladas que rematan capiteles corintios; en el centro superior de la placa se distingue el rostro del doctor en una orla rodeada de decoración vegetal; en la parte inferior se encuentra una imagen femenina sedente que está escribiendo en una hoja.

En el texto de la placa se puede leer: «En esta casa nació el 4 de marzo de 1866, el ilustre Dr. D. Cristóbal Jiménez Encina, hombre sabio y modelo de bondad para sus paisanos. El Ayuntamiento, fiel intérprete de los designios del pueblo, acordó nombrarlo Hijo Predilecto de esta Villa y dedicarle este homenaje en prueba de gratitud y cariño».

No goza de ningún tipo de protección específica, y el edificio se encuentra en mal estado de conservación a pesar de su aparente estabilidad estructural. Las ventanas de ambos balcones corren riesgo de desprendimiento y la decoración pictórica de la fachada se encuentra bajo capas de cal, aunque debido a las lagunas derivadas de la pérdida del enlucido, se puede observar en distintas zonas los restos de las pinturas.

La placa honorífica se encuentra en buen estado de conservación, pero está rodeada de cableado eléctrico y no está a la vista, al estar cubierta por la copa de un naranjo se imposibilita su correcta visualización, lectura y, por tanto, identificación del bien. En cuanto al interior, se puede observar que aún mantiene la estructura sin haber sufrido desprendimientos mientras que, a su vez, presenta suciedad y desperfectos debido al paso del tiempo y como consecuencia de su abandono.